
LA CUARENTENA NO PROTEGE EL MEDIO AMBIENTE EN GUAVIARE
Por: GUSTAVO ADOLFO GARZÓN RESTREPO[1]
San José de Guaviare, abril 4 de 2020.
Esta pandemia global está propiciando diversas capacidades sociales (individuales y colectivas) e institucionales de adaptación, reacción y respuesta. En general, por un lado, sentimientos, valores y decisiones de solidaridad por el interés general, aquello mejor para la mayoría. Por el otro, el oportunismo para unos pocos, insensatos o delincuentes, y la displicencia pública.
En Guaviare también se ve esto. Una buena respuesta acatando las instrucciones sanitarias de las autoridades competentes frente al famoso virus, evidente en su muy baja incidencia en el territorio departamental.
Sin embargo, como el universo no es este virus, otros parámetros para la vida y la cuarentena han sido la “diana” u objetivo de aquella faceta de los oportunistas y su displicencia. Es el caso del medio ambiente.
En otras noticias de estos días, de nuevo son protagonistas los incendios forestales, y con ellos la deforestación y la tragedia en los territorios indígenas. Pareciera que, otra vez, la institucionalidad no puede controlarlos, ahora todos resguardados en la famosa “cuarentena”.
Pero no son los incendios el único problema,también lo es la cacería de fauna nativa (silvestre) que se ha incrementado de forma desmedida en las pocas reservas de bosque que quedan en el departamento.
En general, este ha sido uno de los problemas que, tradicionalmente, menor atención institucional ha recibido en la zona donde subsisten esos pocos bosques menguados, la de mayor deforestación (el área sustraída de Ley 2/59, Distrito de Manejo Integrado desde 1989 y Zona de Reserva Campesina desde 1997), los ecosistemas que aún así, proveen los servicios ambientales (como el agua) con los que se sobrelleva el actual modelo de desarrollo o esta obligada cuarentena.
Ecosistemas que a su vez son el hábitat (y refugio) de la fauna nativa que dinamiza su funcionamiento y resiliencia (capacidad de resistencia y adaptación a cambios).
Lapas, cajuches y cachicamos, no están para ser “marisca” (cazados para comercializar su carne, o para ser consumidos, irracionalmente, en las fincas campesinas) ya que son los “arquitectos” y labriegos de la selva. Sin fauna silvestre estos bosques perderán sus atributos, funcionamiento y resiliencia; luego la consecuente pérdida de servicios ambientales y cuando esto ocurra no habrá forma de soportar otra cuarentena o el estilo de vida hasta ahora conocido ni aquí ni en Bogotá.
Continúan decepcionando las autoridades e instituciones que, al no intervenir y disciplinar a los infractores, cohonestan las acciones de estas personas.
Confunde la sociedad que indolente a la deforestación, la cacería o la usurpación de territorios indígenas, se niega a comprender la gravedad de las potenciales consecuencias para su propio futuro y es equivocadamente complaciente con estos delitos.
Producen tristeza, el dolor y soledad de los campesinos que, en contra de los deforestadores, han dedicado valiosos esfuerzos y recursos para proteger y recuperar esos pocos bosques y su fauna asociada, fundamentales para el bienestar ambiental de todos; y su impotencia frente a los vándalos cazadores, que armados, irrumpen en sus predios con sus descaradas y perversas intenciones/ acciones.
Las reservas de bosques que aún sobreviven en los predios campesinos, la mayoría desconocidas en los Planes de ordenamiento Territorial o los Planes de Desarrollo, constituyen los eslabones que pueden garantizar la conectividad de la estructura ecológica principal de Guaviare y, con ello, los fundamentales servicios ambientales para la región, el país, el planeta; entre muchos: agua y regulación hídrica, aire de calidad, regulación climática, fertilidad del suelo, regulación del carbono u otros valores de uso promisorio como: los productos forestales no maderables, maderas, paisajes, compensación ambiental, productos ecológicos, etc.
Una sociedad consciente, convencida de orientar su desempeño por un mejor futuro para sus hijos, debe estar respaldando y apoyando a los responsables de estas reservas naturales y todas las áreas protegidas, apropiadas de sus principios y propósitos de conservación, y reclamar por una institucionalidad eficiente, responsable con el “Deber Ser” del Ordenamiento Ambiental del Territorio.
Si en Guaviare queremos sobrevivir esta emergencia y las muy probables catástrofes por el cambio climáticoEs la alteración global del clima debido a acciones de tipo antrópico que se reflejan en cambios, normalmente extremos, de patrones de lluvias o épocas de sequía. El cambio climático puede implicar tanto en aumentos como dismunición de la temperatura en algunas zonas de La Tierra que afectan la biodiversidad, el recurso hídrico y las comunidades más vulnerables a estos cambios. , debería ponerse ya en “cuarentena” su Medio Ambiente, sus recursos naturales y servicios ambientales, y formular la medicación a través de la eficiencia institucional y los actuales procesos de planeación territorial, como lo reclama la Sentencia 4360/18, “Amazonia Sujeto de Derechos y el Pacto Intergeneracional”.
Urge una nueva “guaviarenidad”, consciente, consecuente, sana, previsiva, ordenada.
Paren ya la cacería, los incendios forestales, la deforestación y la invasión de resguardos indígenas y áreas protegidas. ¡La supervivencia futura de la humanidad también depende de esto!
San José de Guaviare, abril 4 de 2020.
Esta pandemia global está propiciando diversas capacidades sociales (individuales y colectivas) e institucionales de adaptación, reacción y respuesta. En general, por un lado, sentimientos, valores y decisiones de solidaridad por el interés general, aquello mejor para la mayoría. Por el otro, el oportunismo para unos pocos, insensatos o delincuentes, y la displicencia pública.
En Guaviare también se ve esto. Una buena respuesta acatando las instrucciones sanitarias de las autoridades competentes frente al famoso virus, evidente en su muy baja incidencia en el territorio departamental.
Sin embargo, como el universo no es este virus, otros parámetros para la vida y la cuarentena han sido la “diana” u objetivo de aquella faceta de los oportunistas y su displicencia. Es el caso del medio ambiente.
En otras noticias de estos días, de nuevo son protagonistas los incendios forestales, y con ellos la deforestación y la tragedia en los territorios indígenas. Pareciera que, otra vez, la institucionalidad no puede controlarlos, ahora todos resguardados en la famosa “cuarentena”.
Pero no son los incendios el único problema,también lo es la cacería de fauna nativa (silvestre) que se ha incrementado de forma desmedida en las pocas reservas de bosque que quedan en el departamento.
En general, este ha sido uno de los problemas que, tradicionalmente, menor atención institucional ha recibido en la zona donde subsisten esos pocos bosques menguados, la de mayor deforestación (el área sustraída de Ley 2/59, Distrito de Manejo Integrado desde 1989 y Zona de Reserva Campesina desde 1997), los ecosistemas que aún así, proveen los servicios ambientales (como el agua) con los que se sobrelleva el actual modelo de desarrollo o esta obligada cuarentena.
Ecosistemas que a su vez son el hábitat (y refugio) de la fauna nativa que dinamiza su funcionamiento y resiliencia (capacidad de resistencia y adaptación a cambios).
Lapas, cajuches y cachicamos, no están para ser “marisca” (cazados para comercializar su carne, o para ser consumidos, irracionalmente, en las fincas campesinas) ya que son los “arquitectos” y labriegos de la selva. Sin fauna silvestre estos bosques perderán sus atributos, funcionamiento y resiliencia; luego la consecuente pérdida de servicios ambientales y cuando esto ocurra no habrá forma de soportar otra cuarentena o el estilo de vida hasta ahora conocido ni aquí ni en Bogotá.
Continúan decepcionando las autoridades e instituciones que, al no intervenir y disciplinar a los infractores, cohonestan las acciones de estas personas.
Confunde la sociedad que indolente a la deforestación, la cacería o la usurpación de territorios indígenas, se niega a comprender la gravedad de las potenciales consecuencias para su propio futuro y es equivocadamente complaciente con estos delitos.
Producen tristeza, el dolor y soledad de los campesinos que, en contra de los deforestadores, han dedicado valiosos esfuerzos y recursos para proteger y recuperar esos pocos bosques y su fauna asociada, fundamentales para el bienestar ambiental de todos; y su impotencia frente a los vándalos cazadores, que armados, irrumpen en sus predios con sus descaradas y perversas intenciones/ acciones.
Las reservas de bosques que aún sobreviven en los predios campesinos, la mayoría desconocidas en los Planes de ordenamiento Territorial o los Planes de Desarrollo, constituyen los eslabones que pueden garantizar la conectividad de la estructura ecológica principal de Guaviare y, con ello, los fundamentales servicios ambientales para la región, el país, el planeta; entre muchos: agua y regulación hídrica, aire de calidad, regulación climática, fertilidad del suelo, regulación del carbono u otros valores de uso promisorio como: los productos forestales no maderables, maderas, paisajes, compensación ambiental, productos ecológicos, etc.
Una sociedad consciente, convencida de orientar su desempeño por un mejor futuro para sus hijos, debe estar respaldando y apoyando a los responsables de estas reservas naturales y todas las áreas protegidas, apropiadas de sus principios y propósitos de conservación, y reclamar por una institucionalidad eficiente, responsable con el “Deber Ser” del Ordenamiento Ambiental del Territorio.
Si en Guaviare queremos sobrevivir esta emergencia y las muy probables catástrofes por el cambio climáticoEs la alteración global del clima debido a acciones de tipo antrópico que se reflejan en cambios, normalmente extremos, de patrones de lluvias o épocas de sequía. El cambio climático puede implicar tanto en aumentos como dismunición de la temperatura en algunas zonas de La Tierra que afectan la biodiversidad, el recurso hídrico y las comunidades más vulnerables a estos cambios. , debería ponerse ya en “cuarentena” su Medio Ambiente, sus recursos naturales y servicios ambientales, y formular la medicación a través de la eficiencia institucional y los actuales procesos de planeación territorial, como lo reclama la Sentencia 4360/18, “Amazonia Sujeto de Derechos y el Pacto Intergeneracional”.
Urge una nueva “guaviarenidad”, consciente, consecuente, sana, previsiva, ordenada.
Paren ya la cacería, los incendios forestales, la deforestación y la invasión de resguardos indígenas y áreas protegidas. ¡La supervivencia futura de la humanidad también depende de esto!
[1] Asesor en Mecanismos de Protección y Articulación. Programa Riqueza Natural/ Control de la DeforestaciónDesaparición o disminución de las superficies cubiertas por bosques producto de acciones humanas como expansión de la frontera agrícola, construcción de vías o asentamientos y ganadería, entre otros agentes. Sus resultados incluyen la degradación del suelo, liberación de Gases de Efecto Invernadero-GEI, pérdida de flora y fauna, cambios en las fuentes hídricas y alteración del ciclo del agua. en la Amazonia colombiana, Guaviare/ Usaid. San José de Guaviare (Guaviare, Colombia). gus.garzon.r@gmail.com.
Artículos
2020-06-01
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